Últimamente me encuentro mucho con gente que, apenas me oye decir que soy asesora de nutrición, me pide una cita porque quiere bajar de peso. Y es normal, vivimos en una sociedad en donde la vanidad y el cómo nos vemos (y sobre todo, cómo nos ven) determina mucho de cómo nos vemos a nosotros mismos y qué tan cómodos nos sentimos en nuestra propia piel. Pero la gente tiende a buscar una garantía, la salida más fácil o el ticket de entrada sin querer hacer mucho el esfuerzo.
No obstante, veo cómo la gente cada vez es más consciente de que la meta, y la motivación, a largo plazo va mucho más allá de un número en una pesa: se trata de tu salud a largo plazo. ¿cómo aseguro que puedo llevar una vida sana y en equilibrio sin vivir a punta de restricciones, de sentimientos de culpa y golpes de pecho por lo que comí ayer u hoy?
Ahí está la clave. En las cosas pequeñas. En los pequeños hábitos que estamos dispuestos a cuestionar, a reemplazar y a cambiar. En la mente abierta a explorar otro tipo de alimentos (¡y comportamientos!) que nos pueden llevar a esa meta de “la vida en equilibrio”.
Y lo cierto es que bajar de peso no es ni debería ser TAN DIFÍCIL. Se trata de reconocer ciertos hábitos que nos hacen daño o no nos hacen bien, y encontrar la manera de cambiarlos y reemplazarlos poco a poco, no de un totazo, no con restricción, sino con mente abierta, determinación, compromiso, y sobre todo, ¡mucho amor!
Aquí les traigo 6 tips muy prácticos y básicos que pueden empezar a implementar hoy mismo en su día y les aseguro que, si lo hacen con constancia, van a ver enormes resultados.
Tomar agua.
Muchas veces confundimos la deshidratación con hambre, así que la próxima vez que sientas antojos de algo, ganas o ansiedad de comer, te recomiendo que te tomes un buen vaso de agua y esperes 5 minutos.
Asimismo, tomarte uno o dos vasos de agua antes de comer te va ayudar a controlar el apetito, porque llegas más lleno a la comida. No solo eso. Existen varios estudios que demuestran que aquellas personas que se toman uno o dos vasos de agua antes de comer son más delgadas que los que no.
Y si, además eres de aquellas personas que consume mucho sodio, cafeína o alcohol, deberías tomar aún más agua.
La recomendación general son 8 vasos al día, pero yo creo que deberías irte por 2, ojalá 3 litros.
Reemplaza los carbohidratos refinados por cereales integrales.
Los carbohidratos o “harinas”, como las conocemos, refinadas y procesadas aportan muy poquito -por no decir nada- de nutrientes y sí calorías y azúcar. Los cereales integrales como el arroz, la quinoa, amaranto, y legumbres aportan muchísima fibra, lo que retarda la digestión y promueve niveles estables de azúcar en la sangre.
Adejmás están llenos de antioxidantes que ayudan a combatir la inflamación.
Prefiere las grasas buenas.
¡Sí, si hay grasas buenas! Contrario a lo que se pensaba hace muchos años, la grasa es fundamental para llevar una vida sana y en equilibrio. El cuerpo la necesita para absorber vitaminas y para las funciones del día a día del cuerpo. Las buenas, como lo son: el aceite de oliva, aguacates, nueces y semillas, nos ayudan a prevenir enfermedades cardiacas, cáncer, Alzheimer y depresión, así como reducir la presión arterial y el colesterol.
Proteína, ¡sí! ¿pero qué fuente?
La proteína es importantísima para nuestro cuerpo. Se necesita para renovar y reponer las células, estabilizar el azúcar en la sangre y darnos energía. Nuestro cuerpo está hecho literalmente de aminoácidos que componen las proteínas en los alimentos. Las fuentes más comunes son de origen animal como la carne, pollo, pescado, huevos, leche, pero también las hay de origen vegetal. Como las legumbres, las nueces y semillas. Si no te interesa llevar una alimentación a base de plantas y disfrutas de la proteína animal, está perfecto pero cuestiónate y conoce la fuente de tu carne.
No sobra recordar que la proteína animal viene cargada de grasa saturada, cero fibra y fitonutrientes. Pero puedes llevar una alimentación en equilibrio siempre y cuando combines la proteína vegetal y animal en tu dieta. Prefiere las carnes magras como el pescado o el pollo y controla el consumo de carnes rojas.
(Si quieres aprender más sobre alimentación a base de plantas escríbeme a kahlonutricion@gmail.com y tal vez te puede interesar este artículo
Ejercita tu cuerpo y tu mente.
Yo creo que nadie pone en duda los beneficios que tiene hacer ejercicio en tu vida. Pero más allá de ayudarte a adelgazar o mantener tu peso, el ejercicio acarrea innumerables beneficios a tu salud: da claridad mental, reduce el riesgo de depresión, te ayuda a manejar el estrés y la ansiedad, mantiene tu frecuencia cardiaca baja y ¡eleva tu estado de ánimo!
Lo ideal sería hacer todos los días al menos 30 minutos de actividad física para mantener tu cuerpo y mente fuertes.
(Lee sobre cómo conectarte con tu instinto aquí. Tal vez te interesa este artículo sobre mindfulness.)
Duerme
Esta es mi preferida, es la más fácil pero la que la gente menos hace. Varios estudios demuestran que las personas que duermen menos de cinco horas la noche pesan hasta cinco libras más. La falta de sueño altera los ritmos circadianos y puede conducir a una regulación ineficaz del cuerpo. Eso quiere decir que afecta tu metabolismo y tu apetito (cosas que queremos controlar a la hora de bajar de peso).
Otra cosa… ¡el sueño no se recupera! No se trata de dormir todas las noches 5 horas y el fin de semana no pararte de la cama. Procura dormir al menos 7 horas todas las noches. Recuerda que cuando duermes, tu sistema endocrino -tus hormonas- se regulan. Cuando no duermes, las hormonas qu ele indican al cuerpo que estás lleno – la leptina y grelina- dejan de funcionar.
Aquí están… 6 consejos muy básicos y prácticos que puedes empezar a implementar hoy y que te aseguro te van a ayudar a sentirte mucho mejor y seguramente, a bajar esos kilos de más. Cuéntame qué te pareció esta entrada en los comentarios.
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