Si hay algo que he aprendido en estas 33 semanas de embarazo es que la maternidad es la naturaleza en todo su esplendor. Si en algún momento vamos a compararnos con los animales, con el instinto de supervivencia, -o con el instinto en sí- ese es este.
Somos mamíferos. Es un hecho, pero si hay un momento en la vida en el que esta premisa es más un hecho que cualquiera, es ahora. Todo el embarazo es una prueba de la naturaleza y de cómo, las mujeres estamos hechas para cargar bebés en el vientre -independientemente de que queramos hacerlo o no. Los pezones se ponen oscuros y más rígidos, algunos dicen que es porque los bebés solo ven en blanco y negro, otros me han dicho que porque la piel oscura “aguanta más” (aguanta, la chupeteada constante). Nos sale una línea oscura que raja perpendicularmente el estómago, como marcándolo de por vida. Perdemos la memoria, olvidamos las llaves, o dejamos el trapo de la cocina en el congelador durante 3 días (culpable), todo porque nuestras neuronas están diseñadas para estar pensando en el bebé y en todos los cambios que nuestro organismo está experimentando.
Y como mamíferos (¿o mamíferas?) estamos hechas para desarrollar nuestra propia leche, leche además, que se transforma dependiendo de las necesidad de cada bebé. Es decir, no hay leche materna igual, no hay una sola “etiqueta de comida” que valga. La leche materna cambia y se transforma dependiendo del clima (sale más aguada si estamos en tierra caliente y más densa si estamos en Bogotá), de los nutrientes que necesita nuestro bebé, e incluso, cambia de temperatura en pro de calentar o enfriar a nuestra cría. Si hay un tema en el que todos los especialistas de la salud, entidades y organizaciones están de acuerdo es que, la leche materna es la mejor opción de alimentación para nuestros hijos. Y es justamente sobre esto que quiero hablar hoy.
Proceso hormonal
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que el ciclo de producción de la leche empieza con la succión del bebé. El bebé succiona, lo que le manda un aviso al cerebro (a través de nuestro hipotálamo) que en consecuencia avisa a la hipófisis, que es una glándula del organismo en la base del cráneo que se encarga de controlar y regular determinadas funciones del cuerpo. Ésta entonces, libera la prolactina, hormona que produce la leche, seguida por la producción de oxitocina, que es la hormona que regula la eyección de la leche, es decir, qué tanta leche sale a través de las glándulas mamarias.
¿Qué quiere decir todo este chorrero? Que para dar leche y estimular la producción de la misma, necesitamos que nuestros chiquitos chupen. Así que así no salga nada, así creamos que producimos poca leche, todas las mujeres estamos en capacidad de producir, y todas podemos ayudar a regular esa intensidad de producción con la succión del bebé (o en un segundo lugar, un extractor). ¡Así que ánimo!
Tipos de leche
Hay 3 tipos de leche: 1. El calostro, 2. La leche de transición y 3. Y la leche madura. El calostro sale desde el día 2 al día 5 de nacido el bebé. Se considera la mejor vacuna de todas, es una carga de anticuerpos que protegerá a nuestro hijo de cualquier infección o enfermedad. Es amarilla, oscura y densa, y sale en muy poca cantidad, prácticamente, un par de gotas. Así que no te preocupes si durante los primeros días no ves que te salga leche a cántaros, ese par de gotas es todo lo que tu bebé necesita. Recuerda que su estómago es del tamaño de una cereza.
El calostro tiene un bajo contenido de grasa, alto contenido de colesterol y proteína.
Del día 5 al día 14 de nacido nuestro bebé, tenemos la leche de transición. Es menos amarilla y sale a mayor cantidad. Está llena de vitaminas y minerales y es alta en lactosa y lípidos. Nuestro bebé necesita de 600-700 ml al día.
Finalmente, está la leche madura que sale desde el día 15 hasta el día en que decidamos dejar de lactar. Tiene un mayor aporte energético, es más clarita y sale con mayor abundancia. Para los menores de 6 meses de vida, se recomienda de 700 a 900 ml al día. Para los mayores de 6, más o menos 500 ml al día.
Recordemos que la OMS, el Ministerio de Salud y demás entidades sanitarias recomiendan la lactancia a libre demanda hasta los seis meses y complementaria hasta los dos años de edad. Así que podemos empezar por dejar de mirar mal a todas las mamás que deciden seguir dando teta aún después de que sus hijos cumplan el año, o tengan dientes, que es la otra crítica que uno oye por ahí. Si ves a una mamá lactando, ¡dale ánimo! Está haciendo lo mejor que puede hacer para la salud de su bebé.
La decisión de dejar de dar leche debe ser una decisión de la mamá y el bebé. No pasa nada si sigues dando teta después de los dos años, la leche es el mejor elemento que tenemos en nuestro poder para asegurar la salud y buen funcionamiento de todos los órganos de nuestros chiquitos.
Beneficios
Para el lactante. Como dije anteriormente, la leche materna provee la mezcla ideal de nutrientes para los niños. Tiene esa mezcla perfecta de micro y macronutrientes, y es todo lo que tu hijo necesita. De hecho, no es necesario que complementes su nutrición ni con agua ni con jugos. Hasta que tu bebé cumpla los 6 meses de edad, no hay necesidad de alimentarlo con nada más.
La leche materna además, es de más fácil digestión que la fórmula, por lo que tu hijo o hija necesita menos calorías y menos esfuerzo para digerirla. El consumo de leche materna está asociado a menor riesgo de asma, alergias, diabetes, obesidad infantil y una cantidad de otras enfermedades como el cáncer. Asimismo, su consumo está asociado con mejores resultados de coeficiente intelectual y mejor desarrollo del cerebro.
Por último, está comprobado que la lactancia fortalece ese vínculo entre mamá e hijo, pero sobre esto podemos hablar en otro artículo.
Lactar también provee de muchos beneficios a la madre. En primer lugar, hay mucho menor riesgo de hemorragia postparto. Lactar estimula al útero a volver a su tamaño original de manera más rápida. Hay menor riesgo de cáncer de seno y cuello uterino. Además, es más fácil perder el peso ganado durante el embarazo. Lo más probable es que la madre que lacta vuelva a su peso inicial durante los primeros 6 meses de vida de su bebé.
Somos mamíferos y como tal la naturaleza y Dios nos han equipado con el mejor elemento para nutrir a nuestras crías y esa es la leche materna. Es la pócima perfecta para asegurar el buen desarrollo de nuestros hijos en todos los sentidos. ¡Los bebés que toman leche materna son más sanos, más inteligentes y más felices! Así que ánimo, no es un proceso fácil pero también es de los procesos más lindos que tiene la maternidad.
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