El tema de la alimentación para niños no es un tema sencillo. Lo primero que hay que tener en cuenta es que la palabra “niños” es demasiado amplia y estos tienen requerimientos de energía y nutrientes muy distintos a lo largo de su desarrollo. La semana pasada les hablé sobre la lactancia a libre demanda, explicando un poco los distintos beneficios tanto para el lactante como para la madre, los tipos de leche y el proceso hormonal involucrado en esta experiencia tan especial e imprescindible para nuestros chiquitos.
Hoy quiero enfocarme en lo que llamamos la alimentación complementaria, que hace referencia a la nutrición desde los 6 meses de edad hasta los 2 años. Y se llama complementaria porque complementa -literalmente- la alimentación con la leche materna. En otras palabras, la leche materna sigue siendo protagonista durante este periodo de tiempo. La única diferencia es que vamos a empezar a introducir algunos alimentos para suplir sus necesidades energéticas y nutrientes, sin dejar de suplir nuestra leche.
Todo esto lo vamos a ver. Sin embargo, es un tema complejo y es difícil incluir todo en un solo artículo, razón por la cual hoy me quiero enfocar especialmente en algunos consejos sencillos, pero sumamente importantes que debemos tener en cuenta a la hora de introducir este tipo de alimentación a nuestros hijos. Así que aquí les dejo, seis consejos sencillos para la alimentación complementaria.
1. Hasta los dos años.
Valga la redundancia y es importante repetir esto ene-mil veces. Hay muchos padres que piensan que a los niños hay que introducirlos a la dieta familiar desde el primer año pero no es así. Si bien empiezan a comer una variedad de alimentos y los cambios en este periodo de tiempo son rápidos, no es hasta que el niño cumple los dos años que en teoría se termina la alimentación complementaria y el niño empieza a comer como comen sus papás y sus hermanos.
2. Cinco sabores.
Los niños deben experimentar los 5 sabores: dulce, salado, amargo, ácido y umami (el mismo principio que vimos para las mujeres embarazadas). Recordemos que nuestros bebés ya vienen acostumbrados a ciertos sabores desde que vivían en nuestra panza. ¡Suena increíble pero es cierto! Lo que comemos durante el embarazo determina la preferencia de sabores de nuestros hijos una vez están fuera del útero. Por eso es tan importante que aprovechemos el embarazo para llenarnos de frutas y verduras, y así es más fácil que nuestros hijos se acostumbren a ello.
3. Solo 4 grupos de alimentos.
Para mí esta regla se debería mantener siempre. Según la OMS y la USDA, una alimentación balanceada debe incluir 5 grupos de alimentos: frutas, verduras, granos, proteína y lácteos pero existen varios estudios que asocian el consumo de lácteos con enfermedades como cáncer de seno, diabetes y colesterol alto.
Sin embargo, si tú quieres darle una alimentación tradicional a tu hijo, los lácteos siguen siendo el único grupo alimenticio que no se debe introducir en esta etapa. La leche materna es suficiente. Algunos riesgos asociados al consumo de leche de vaca precipitado son: que su contenido de hierro no es biodisponible y puede ocasionar anemia, lo que puede causar un sangrado intestinal oculto; también reduce el coeficiente intelectual, produce alergia a la proteína de la leche de vaca, y aumenta el riesgo de obesidad en los niños.
4- Introducción de sabores.
Ahora bien, los nuevos sabores deben introducirse entre ocho a diez veces para que los niños se acostumbren a ellos. Así que si la primera vez no te acepta la espinaca, la escupe o incluso ves que genera regurgitación, no pasa nada. Son sabores y texturas a las que no está necesariamente acostumbrado, o acostumbrada. Debes intentar introducir ese alimento hasta diez veces antes de darte por vencida y aceptar su rechazo. Ahora, también puede ser un tema de con qué lo estás combinando. Intenta diferentes recetas para probar la reacción de tu bebé.
El lugar y el momento también son claves. Un consejo muy práctico es intentar introducir este alimento en un lugar en donde el niño es feliz, por ejemplo en el parque. Si ves que no te quiere aceptar el banano, intenta dárselo como snack en el parque a ver cómo reacciona.
5. Método de alimentación.
Lo ideal, como decía, es que no se introduzcan estos nuevos alimentos hasta los seis meses de edad, pero la razón es principalmente porque queremos seguir dándole prelación a la lactancia materna. Realmente, el cuerpo y sistema digestivo de nuestro bebé está listo para aceptar alimentos en forma de papilla o compota desde los 4 meses. No obstante, reitero lo importante que es introducirlo hasta después de los 6 meses.
De los 6 a 8 meses, el bebé puede recibir alimentos “semi-sólidos” y autoalimentarse, de ahí viene el concepto de Baby-Led-Weaning, que veremos en otro post más adelante.
Finalmente desde los 9 meses de edad, nuestro chiquito, o chiquita podrá recibir lo que llaman en Estados Unidos como “finger foods”, o alimentos del tamaño de su dedo, trozos pequeños o en taza.
6. Lo que NO debe comer.
Azúcar, sal, aceite, jugos (así sean hechos con fruta natural), la miel de abejas y los lácteos.
El azúcar es ese gran monstruo azul (sí, yo me lo imagino azul, algo parecido al personaje de Monsters Inc., sin su ternura por supuesto), que invade nuestra sangre poniendo en riesgo nuestra salud. Es imposible pensar que nuestros hijos nunca van a comer azúcar. Claro, eso quisiéramos, sobre todo porque con ser padres viene una necesidad de protegerlos de todo lo que sabemos que no es bueno para ellos, o todo lo que nosotros no pudimos lograr, y eso incluye combatir el hábito del postre después del almuerzo. Pero si podemos retrasarlo lo máximo posible, ¿por qué no?
Lo mismo con la sal. Es muy probable, de hecho, que tu pediatra te prohíba estos alimentos, porque realmente tu hijo no los necesita. El sodio ya es suplido por la misma leche materna y los riñones de nuestros bebés no están lo suficientemente desarrollados para poder digerirla.
Los jugos de fruta tampoco se deben consumir, así sean hechos con frutas naturales, están asociados a mayor riesgo de obesidad y otras enfermedades. En su lugar, es mejor darle la fruta entera.
Si no has descargado mi eBook, haz clic aquí. En él te comparto mi historia, todas las dietas, inyecciones y hasta pastillas que alcancé a tomar, pero sobre todo, te comparto las herramientas que me sirvieron (y sigo utilizando hoy) para romper el ciclo, liberar mi mente de toda esa culpa, y aprender a comer sano y feliz.
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