Mindfulness es un concepto nuevo, como el gluten. Es tan nuevo que además tiene un nombre en inglés, entonces parece ajeno, como algo que solo pocos pueden comprar cuando salen de viaje.
Yo crecí sin saber qué era el mindfulness y mucho menos que existía algo que se llamaba gluten y que tenía a un tercio de la población en alerta por comerse un pedazo de pan de la panadería de la esquina y contagiarse de ese “gluten”.
Pero el mindfulness (y yo lo escribo con artículo porque para mí es un concepto, un estado del ser), simplemente significa enfocarse en el momento, estar presente y consciente de lo que se está viviendo.
En una era en donde todo pasa a mil, perdemos la capacidad de simplemente disfrutar el momento. La practicidad del celular en la mano reduce la posibilidad de crear nuevas conexiones. Todo hay que lograrlo, completarlo, hacerlo, no hay tiempo para parar, respirar, entender y aceptar… y eso es mindfulness.
Y hoy quiero hablarles de esto porque justamente es un concepto que a mí me ha costado mucho. Con un negocio cuya mayor parte es digital, me cuesta encontrar esos espacios de conexión, apreciación y quietud.
Hay mucha literatura sobre el tema y cursos miles. Yo aprovecho para recomendarles el de una amiga mía muy especial que dicta un curso de mindfulness.
Para ver la información del curso pueden hacer clic en este link.
Ahora bien, sigamos con nuestro tema. Estar presente. Quiero hablarles de 6 consejos muy prácticos para implementar este concepto de presencia y apreciación en esta era digital.
No usar las redes sociales todos los días.
¿Cuál es la necesidad que tenemos de mostrar nuestra vida todos los santos días?, ¿acaso es una competencia?, ¿vamos tarde en la carrera?
Sería ideal no conectarse a las redes sociales al menos 1 o 2 días a la semana. Está comprobado por varios estudios que el uso de RRSS genera sentimientos de ansiedad y depresión en las personas.
Que no sea lo primero que me haces en el día.
Reemplaza este hábito por uno más sano, como meditar, rezar, respirar, hacer ejercicio o simplemente hablar con tu pareja.
Lo primero que hacemos en el día define el tono del resto del día. ¿Viste un correo que te puso de mal genio? Seguramente no va a ser una coincidencia que ese día los huevos te quedaron fríos, o pisaste popo de perro al salir a coger la bici…
Esta es de las cosas que yo más le peleo a Andrés. Porque no solo dictamina el estado de ánimo de una persona, sino que permite que tu agenda la determine otra persona.
Acuéstate con un libro, no con tu celular.
Y ni siquiera estamos hablando de campos electromagnéticos y el deterioro de las ondas en tu salud (¡que es absurdo!). En teoría no deberías acostarte con tu celular al lado de tu cama o en tu mesa de noche, y si lo vas a hacer ojalá lo puedas apagar o poner en modo avión (regálate de navidad un despertador de esos que existían antes).
La pantalla y la luz azul además, deteriora tu visión, hace creer a tu cerebro que son las 12 del día y te va a impedir alcanzar el sueño que necesitas para que tus órganos descansen, tus hormonas se equilibren y tu metabolismo se estabilice.
No te lleve el celular a un evento social.
No hay nada más aburridor que estar comiendo con alguien y que esa persona no pueda soltar el celular. Sin lugar a dudas, el aparato se volvió una extensión de su brazo. Para no caer en la tentación, y lograr “liberarte” por un tiempo. No lo lleves. O, déjalo en tu cartera o mochila.
Desconéctate una vez por semana.
¿Cuál es la necesidad de postear todos los días? Tengo que confesar que yo soy la primera culpable de esto. Con un negocio en su mayoría digital, sentía la presión de tener que poner algo todos los días, porque el resto de la gente lo hacía. Estaba perdiendo tiempo valioso de estar con mi bebé por mi afán de tener que postear algo.
¿Y saben qué? No tenemos que postear algo todos los días. Desde que me puse la meta de 2-3 veces por semana me quité un edificio de encima.
Determina un tiempo para actualizarte en tus redes sociales.
Esto va a liberar el resto de tu día, reducir la ansiedad por mirar qué está pasando y hasta de pronto encuentras otra manera de matar tu tiempo. Yo no he llegado a lograr esto, pero lo que estoy haciendo ahora, es que cuando estoy con mi bebé no cojo el celular. Intento no ponerme a mirar bobadas, sino realmente estar con él. Y como mi tiempo lo divido entre este emprendimiento y él, intento realmente sacarle jugo a las pocas horas que tengo para mis dos bebés. Tal vez en una sala de espera, o después de crear mis publicaciones, me tomo el tiempo para revisar un poco qué está pasando en el resto del mundo.
Si no has descargado mi eBook, haz clic aquí. En él te comparto mi historia, todas las dietas, inyecciones y hasta pastillas que alcancé a tomar, pero sobre todo, te comparto las herramientas que me sirvieron (y sigo utilizando hoy) para romper el ciclo, liberar mi mente de toda esa culpa, y aprender a comer sano y feliz.